En el diseño del hogar, la iluminación no solo responde a una necesidad funcional, también define la atmósfera y refuerza el estilo decorativo. Entre las opciones más utilizadas, los plafones y las lámparas colgantes destacan por sus diferentes ventajas. Conocer sus características te ayudará a elegir la mejor opción para cada espacio.

1. Plafones: prácticos y discretos

Los plafones se instalan directamente en el techo, lo que los convierte en una solución ideal para estancias con techos bajos. Su diseño compacto aporta orden visual y evita la sensación de agobio. Además, ofrecen una iluminación uniforme que reduce las zonas de sombra.

En el dormitorio, un plafón con luz cálida genera un ambiente acogedor, mientras que en la cocina o el pasillo, la luz blanca facilita las tareas diarias. Los modelos minimalistas y planos combinan con estilos modernos o nórdicos, mientras que las versiones con marcos metálicos o acabados decorativos encajan en interiores clásicos o elegantes.

Al elegir un plafón, presta atención a dos aspectos: la luminosidad adecuada para el tamaño de la estancia (aprox. 100–150 lúmenes por m², según la función del espacio) y los materiales fáciles de limpiar, especialmente en áreas donde se acumula polvo o grasa.

2. Lámparas colgantes: puntos focales con estilo

A diferencia de los plafones, las lámparas colgantes se suspenden del techo mediante un cable o varilla, convirtiéndose en el centro visual del espacio. Funcionan mejor en habitaciones con techos de al menos 2,7 metros de altura, ya que aportan dimensión y verticalidad.

En el comedor, una lámpara colgante situada a 75–85 cm sobre la mesa ilumina directamente los platos y refuerza la experiencia gastronómica. En el salón, un diseño grande o llamativo puede convertirse en la pieza protagonista. En el dormitorio, colgantes pequeños a los lados de la cama sustituyen las lámparas de mesa, ahorrando espacio y creando una iluminación íntima.

Los estilos son muy variados: lámparas de cristal para un toque lujoso, de madera para una atmósfera natural y cálida, o metálicas minimalistas para un interior industrial o contemporáneo. A la hora de elegir, considera la altura (mínimo 2,2 m desde el suelo hasta la parte inferior de la lámpara en zonas de estar), el número de bombillas en función del tamaño de la estancia y la seguridad de la instalación, sobre todo en hogares con niños o mascotas.

3. Cómo elegir: según el espacio y la necesidad

Los plafones y las lámparas colgantes no son excluyentes; al contrario, se complementan. Los primeros son perfectos para techos bajos y una iluminación funcional, mientras que las segundas aportan carácter y estilo. Juntos, ofrecen un equilibrio entre practicidad y decoración.

Por ejemplo, en el salón un plafón puede actuar como luz principal, acompañado de lámparas de pie para zonas de lectura o relax. En el comedor, una lámpara colgante sobre la mesa aporta protagonismo, mientras que focos empotrados garantizan una iluminación uniforme.

En definitiva, la elección adecuada debe armonizar luz, espacio y estilo de vida. Ya sea la luz uniforme y suave de un plafón o el impacto visual de una lámpara colgante, el objetivo siempre será crear un hogar acogedor y confortable.